domingo, 13 de septiembre de 2009




Tres historias
o
Las vicisitudes de un profesional en Cuba


Antes de proseguir con el tercer y último relato sobre las vicisitudes de un profesional en Cuba, quisiera dejarles algunas de mis propias reflexiones sobre otro reciente suceso acaecido en la isla. Me refiero a la muerte del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. Ante todo quisiera expresar mis condolencias sinceras a sus familiares y amigos. El rostro de la muerte es siempre feo y para adornarlo un poquito prefiero quedarme con las cosas buenas a las que Juan Almeida contribuyó en la historia de Cuba y dejar para otro momento su contribución a las malas.
También quisiera llamar la atención sobre el hecho de que, si no ya nosotros mismos, la Parca más temprano que tarde le pedirá cuentas a los actuales miembros del poder. Cuando eso suceda, nuestra sociedad, nuestros jóvenes, intelectuales, campesinos, obreros... todos tenemos que estar preparados para hacernos oír. No podemos hacer lo que hicimos cuando Fidel enfermó, no podemos pacientemente esperar a que alguien, quién sabe quien, nos informe lo que se hará, quién tomará el poder, quien dictará nuestros destinos: tenemos que gritar a una sola voz y escoger a nuestros propios líderes. Cualquier otra actitud sería una traición a nosotros mismos y a nuestra historia.
Y para todos aquellos que han obligado a otros a abandonar su país con su régimen de oprobio y, sobre todo, para los que se vieron obligados a abandonarle pero nunca dejaron de llevarle en su corazón, aquí va “La última palabra”.

Historia 3

La última palabra

En su lecho de muerte, delirante, Pascual murmura palabras que nadie logra entender. A su lado se mantienen día y noche su esposa y sus dos hijos como si quisieran con su presencia espantar a la Muerte que le ronda... pero a pesar de ellos, Pascual se siente solo.
Lleva 40 años en Suecia, es rubio, sus ojos son azules, habla sueco casi sin acento, se ha leído todas las obras de Pär Fabien Lagerkvist, le gusta escuchar a ABBA, su esposa y su hijo son suecos y rubios... no obstante siempre se ha sentido solo. Salió de Cuba hace 40 años porque ya no podía más. No podía continuar subyugando su inusual inteligencia a la realización de proyectos estériles que eran priorizados solo porque alguien en instancias superiores los consideraba una “tarea de choque” o un “interés primordial de la Revolución”. No podía continuar aceptando con una sumisa sonrisa las decisiones erradas que en materia de política y economía se ponían en práctica a su alrededor. No podía continuar luchando con aquel monstruo totalitario que supeditaba la ciencia, la individualidad y la libertad personal al sueño de un hombre soberbio que se aferraba al poder y los sometía a todos. No le dejaban pensar por sí mismo y él... él, si dejaba morir su pensamiento también dejaba morir su humanidad. Se montó en el avión sabiendo que no volvería. Sus padres también lo sabían y sus amigos y su novia de siempre aunque nadie habló de ello, todos rieron como reían ahora sus hijos sin hablar de la Muerte.
En Suecia triunfó pronto... era demasiado inteligente. Durante los primeros años se convenció a sí mismo de que allí tenía todo lo que necesitaba en la vida. Luego murieron sus padres y los lloró solo, desde la distancia y la oscuridad de su biblioteca. Con los años perdió el rastro de los amigos, olvidó el nombre de la novia de siempre, el sabor de un mango, el ruido de las olas que rompen en el Malecón.
Pascual delira y susurra palabras que nadie logra entender.
- Cuba... – le dijo la mujer a sus hijos - lo que está susurrando es Cuba. Pascual murió solo, rodeado de su esposa e hijos suecos.

Nota: Gracias a Yoani Sanchez, de Generación Y, por hacer público el video que les presento al inicio de la página y que le viene como anillo al dedo a mis comentarios de hoy.

4 comentarios:

el yame cubano dijo...

Tus relatos son melancolicos y un poco tristes .Particularmente no quiero llorar por un país que me trato tan mal y donde se me engaño desde que naci con el consentimiento de padres y educadores.

Alejandra Dominguez dijo...

Hola Yame:
La idea no es llorar, la idea es hacerle ver a los que no conocen nuestra realidad que nuestros profesionales, como muchos otros, estan siendo obligados a emigrar en contra de su voluntad... estamos siendo expulsados, por medio de mecanismos de represion diversos, del pais que amamos.
Y si alguien llora o tiene ganas de hacerlo ... bueno, no es tan malo, de alguna manera significa que la historia de nuestro pueblo esta llegando a la gente. Es un buen comienzo para que las cosas empiecen a cambiar.
Alejandra Dominguez

Anónimo dijo...

Hola Alejandra.

Bonito Blog, gracias por invitarme a visitarlo.

Saludos,

ErnestoRM

Unknown dijo...

Fíjense del miedo que tienen que al principio del video la muchacha afirma que lo ella está diciendo "es una barbaridad". O sea que en vez de sarlirle al frente al funcionario, se le queda callada y le da sin querer la razón con la frase: "claro que es una barbaridad". Lo que debería de haberle dicho es... déjeme terminar la oración y no me interrumpa... pero para eso hace falta mucho valor... y yo no lo tenía tampoco mientras estuve en Cuba.

Saludos y chao.

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