martes, 8 de septiembre de 2009

Jama

En mi entrada anterior anuncié la publicación de tres historias acerca de las penurias a las que se enfrentan los profesionales en Cuba. Me veo obligada a interrumpir esta serie para exponer mis ideas acerca de tópicos más urgentes. Como muchos habrán ya adivinado por el título de esta entrada, me refiero al caso de Juan Carlos González Marcos, más conocido como Pánfilo.
Debo confesar que si no fuera porque conozco la tragedia asociada a las afirmaciones de Pánfilo, todavía me estuviera riendo de la espontaneidad, la gracia y el pasmoso nivel de síntesis con que este cubano de a pie expresó su opinión delante de una cámara. Se me antoja Pánfilo como el personaje del negrito catedrático del teatro vernáculo cubano o, yendo un poco más lejos; como Alonso Quijano, el Don Quijote de Cervantes o la Locura, de Erasmo de Rótterdam. Todos esos caracteres han abordado temas controvertidos de la sociedad en la que han vivido amparados en un supuesto estado alterado de conciencia, ya sea locura, tontería o borrachera. De esta manera han contribuido a dinamizar las tensiones políticas y a despertar la conciencia de las masas. Sin embargo, en el caso de Pánfilo, los poderosos que debieron haber reído su chiste lo han encontrado ofensivo y le han castigado sin misericordia. ¿Por qué? ¿No hubiera sido más inteligente dejar pasar la gracia, tacharla de una estupidez salida de los labios de un borracho, un sin sentido que solo puede causar risa? ¿No hubiera dicha reacción evidenciado cuán sabios y magnánimos son, cuán confiados se sienten? Pareciera que el gobierno cubano ni es tan sabio, ni tan magnánimo y, lo más interesante, ya no se siente tan confiado. Puede aceptar el debate controlado, porque sabe que se dirá lo que él quiere que se diga; puede aceptar el chiste que se hace en un teatro a puertas cerradas pero no puede soportar la declaración espontánea, venida de donde menos se le espera: no podría soportar la voz de los 12 millones de Pánfilos anónimos que caminan por Cuba. Se le teme a su expresión incontrolada, imprevisible, demoledora de tan simple. ¿Se imaginan ustedes lo que pasaría si lo hiciéramos, si, de pronto, como Pánfilo, todos comenzáramos a gritar que queremos “jama”? Por eso, por lo que pudiera pasar si lo hiciéramos, es que Pánfilo está preso.

3 comentarios:

lili dijo...

Enhorabuena y suerte con tu blog, Alejandra.
¿En qué piensan los "revolucionarios" cuando ven presa a una persona por expresar la verdad?

Anónimo dijo...

El encarcelamiento de Pánfilo es un escarmiento para todos aquellos que pensaron en algún día también gritar.
No sé en que piensan los cubanos o que miedo los paraliza. Ya ellos están presos todos en una gran cárcel y no se dan cuenta que no tienen más que perder y que no puede haber cárceles chiquitas para 11 millones de personas en caso de que gritaran todos a una.

Unknown dijo...

Alejandra, concuerdo contigo, Pánfilo esta preso para que a los demás cubanos de la isla no se les ocurra "pedir" cosas (como jama.. o libertad...)... Interesante tu blog, espero las historias que faltan y te felicito por la valentía de publicarlas. Saludos
Mau

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