lunes, 28 de septiembre de 2009

¿Por qué nadie grita “Abajo Fidel” en Cuba? o Divagando sobre la responsabilidad de los cubanos en la actual situación política de la isla

Para que exista una tiranía tienen que existir personas que se dejen tiranizar. Sé que es duro decirlo, especialmente cuando es uno mismo el que ha caído en esa trampa, pero también sé que es necesario. Es hora de que comencemos a asumir la responsabilidad que tenemos en la actual situación de nuestro país. Durante 5 décadas hemos aceptado obedientemente lo que los líderes han decidido y hemos supeditado nuestro destino a los objetivos políticos de unos pocos. Para hacer de la masa obediente un grupo que activamente busque transformar esa realidad, es necesario entender lo que somos hoy y por qué lo somos. Sin pretender tener todas las respuestas, aquí les dejo mis reflexiones al respecto.

¿Cómo somos hoy? Caminando por las calles habaneras encontré un pueblo cansado, abrumado, terriblemente abrumado por los problemas cotidianos más elementales. Al hablar con algunos de esos transeúntes me enteré de que consideran que la situación económica es terrible y por tanto se impone un cambio. Sin embargo, no saben bien qué tipo de cambio se necesita ni cómo pudiera lograrse. El estado general es el de responder a los problemas buscando soluciones individuales.
¿Bajo qué circunstancias personas en semejante situación comenzarían a actuar colectivamente en aras de transformar su situación? Leyendo aquí y allá me enteré de que para ello las personas deben estar convencidas de dos cosas:
1: que han tocado fondo,
2: que el sistema en el que viven es inestable y tienen por tanto posibilidades reales de cambiarlo.
Me pregunto entonces, desde la perspectiva de una cubana común que vive fuera de Cuba ¿cómo es posible que no piensen que se ha tocado fondo? La respuesta no es tan difícil como parece. Los que viven dentro de la isla resuelven el plato de comida diario utilizando estrategias tales como robar los medios del estado, adulterar productos y precios, negociar en el mercado negro etc. Estos mecanismos nos parecerían moralmente reprochables bajo circunstancias normales, sin embargo, son tácita y silenciosamente aceptados por todos cuando se trata de la supervivencia diaria en un país donde el gobierno nada provee y tener un empleo ha perdido su sentido. Esas estrategias son efectivas todavía y más fáciles de implementar que tirarse a las calles a hacer una segunda revolución.

Por otra parte, los miembros de la cúpula de poder, que buscan perpetuar su status, utilizan varios mecanismos para evitar que la gente toque fondo y para reforzar la creencia de que no es responsable de los problemas, sino quien los soluciona. Se ha buscado un enemigo amenazante, los EEUU y la comunidad del exilio, especialmente el exilio en Miami. Adicionalmente, se vuelve permisivo con respecto al saqueo de los recursos; de tiempo en tiempo crea la ilusión de que se producen mejoras tomando medidas como abrir los hoteles al turismo nacional, autorizar la venta de teléfonos móviles o computadoras, organizar debates donde supuestamente se van a discutir los problemas y sus soluciones. La gente, ingenuamente, termina aceptando esos pequeños respiros y los interpreta como pruebas de que el Estado responde a sus intereses y de que todo va a mejorar en un futuro. “Ahora sí”, se dicen.
Otro factor que ayuda a reafirmar semejante estado de cosas es la ausencia de alternativas claras. El cubano de a pie ha sido privado de todo acceso a la información y por tanto, no conoce de la existencia de otros que se sienten tan hastiados como él de la situación, no sabe de las actividades de los disidentes ni de sus valores morales. Tampoco conoce con exactitud qué es una democracia, cómo funciona y menos cómo instaurarla. La poca información que la censura deja llegar a sus oídos acerca de esos temas es manipulada para presentar a la oposición como un movimiento de escaso valor moral y a la democracia como un invento genocida.
El cuadro político cubano se ve complicado adicionalmente por el factor generacional. Los que protagonizaron los primeros años de la Revolución, nuestros padres y abuelos, lo hicieron convencidos de que actuaban por una causa noble. La inmensa mayoría hizo de la Revolución su sueño y olvidó los que tenían almacenados bajo su piel. Resulta difícil para ellos enfrentarse al hecho de que ese sueño ha fracasado y hay que desecharlo. Aunque muchos comienzan a despertar a esa ineludible realidad, lo hacen de a poco y con temor: nunca es fácil bajar del altar a los dioses que una vez adoramos.
¿Qué hacer, entonces, ante esta realidad? Desde mi humilde condición de bloguera recién nacida, creo que estamos en la etapa de educar a las masas, de organizarlas. Toda voz es necesaria en estos momentos, así como toda iniciativa por más pequeña que pueda parecer. Pero también es necesario que la unidad y el amor por el pueblo se pongan de manifiesto en esas voces. El autoritarismo, las tiranías, son el producto emergente de la dinámica grupal. No son solo la responsabilidad de los tiranos. Se impone, por el bien de nuestra isla torturada, que ayudemos a  nuestros hermanos de infortunio a romper los mecanismos que nos llevan a aceptar la dictadura imperante en Cuba. 



sábado, 26 de septiembre de 2009






Chirrin, chirran… se acabó Juanes:
¿qué nos toca hacer ahora?

La polémica que rodeó al concierto de Juanes en la Habana lo ha sobrevivido una semana y sin dudas perdurará todavía un poco más. De un lado los que continúan pensando que los artistas le hicieron el juego al gobierno castrista e irrespetaron la causa cubana por la libertad. En este grupo, entre otros, se hallan algunos exiliados cubanos así como músicos y escritores del renombre de Arturo Sandoval y Zoe Valdés. De otro lado se hallan los que pensamos que el concierto movilizó la opinión pública dentro y fuera de la isla, despertó ideas, pensamientos y sobretodo mucha alegría, una alegría que lejos de hipnotizar a la gente les transmitió un mensaje acerca de la responsabilidad con su futuro y la hermandad nacional. Creo que este último grupo es mayoritario.
Ahora que ya lo hecho, hecho está, lo más importante es cómo lo asumamos. Podemos elegir dejarlo pasar, no hablar más del asunto porque nos tiene hasta la coronilla; podemos elegir continuar demeritando cada minuto de las casi cinco horas que duró el evento o podemos elegir amplificar las cosas buenas que produjo. Esta elección post-concierto es algo que nos toca a todos a solas con nuestras conciencias. Asumámoslo con responsabilidad: he leído opiniones y entradas en los blogs en las que sus autores, intentando demostrar la veracidad de su punto de vista, contribuyen a fomentar la desunión entre los cubanos.
En mi opinión, es necesario reactivar las ansias de libertad del pueblo, fortalecer su conciencia política, darles a conocer cuáles pudieran ser los caminos a seguir para transformar la situación actual. En pocas palabras: es necesario afianzar las bases para un cambio y la música, el arte en general, pudiera muy bien ser el medio usado para transmitir ese mensaje, al menos inicialmente. Es necesario también entender por qué no se producen más manifestaciones por la democracia en Cuba, por qué nadie del público gritó el domingo “Libertad”. Creo que no es solo la represión gubernamental y el miedo que provoca lo que responde esas interrogantes. En lo que pongo en blanco y negro todas estas ideas que me atormentan “a Dios le pido” muchas otras personas como Juanes en este mundo y muchos otros conciertos similares para mi isla… y todavía más… le pido que se produzcan simultáneamente dos conciertos por la paz uno en la Habana y el otro en Miami… ¿no sería eso una forma genial de unir mediante la música a TODO un pueblo por nuestra paz y libertad?


Nota: Pintura inicial "Mujer con los brazos cruzados" de Picasso.

martes, 22 de septiembre de 2009



La sangre es la sangre

Todavía tarareando las canciones de Juanes y Olga Tañon llegué hoy a casa de mi tía. Allí estaban sus hijos y tres amigos de estos tarareando las mismas canciones. No pudimos evitar intercambiar nuestras impresiones acerca del concierto y de pronto aquello se convirtió en una especie de entrevista que les transcribo a continuación.
TdA: Trabuco de Alejandra
E: Entrevistado

TdA: Ante todo, muchas gracias por acceder a compartir sus opiniones conmigo y a permitirme que las publique en mi blog.
E 1 (20 años, estudiante de 2do año de medicina, miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas, UJC):  ¡Que gracias ni gracias, Ale, pa’ eso están la familia y los amigos!
TdA: ?Que les pareció el concierto?
E 2 (21 años, estudiante de 2do año de medicina): ¡A mi me encantó! ¿Tú sabes el tiempo que hace que venía cayéndole atrás a las canciones de Juanes? El me encanta y por primera vez tuve la oportunidad de verle y oírle… fue increíble… En mi casa fue locura eso… es que hasta mi abuela, que tiene 90 años y se pasa el día sentada en el sillón se ha dado una “despelotá”.
E 3 (28 años, abogado, miembro de la UJC): Realmente la música estuvo buena, Juanes, Orishas, la Tañon, Silvio, Van Van… son excelentes cantantes, la verdad… todo el mundo se divirtió muchísimo…
TdA: ¿Y además de la música?
E 1: Sí, hubo otras cosas además de la música pero para serte honesta creo que hablo por todos cuando digo que en un principio fui por la música. Iba a ser un evento multitudinario, de importancia internacional, iban a estar cantantes de renombre…
E 3: Sí, sí, por la música, pero también es verdad que el hecho de que fuera por la paz y de que no tuviera ninguna carga política, tú sabes, estilo las concentraciones por el niño Elián y el 1ero de Mayo, cosas así, influyó en que uno se entusiasmara más y decidiera ir a pesar del trabajo que sabíamos que íbamos a pasar.
TdA: ¿Trabajo? ¿Por qué trabajo?
E 3: Bueno tú sabes, el transporte… aunque no estuvo tan malo, la verdad, el calor, la sed… todas esas eran cosas que sabíamos que íbamos a tener que soportar…
E 4 (17 años, estudiante de pre-universitario): Sí, realmente la hora fue malísima… el sol rajaba las piedras…
TdA: ¿Qué fue lo que más les disgustó del concierto, además de la hora que ciertamente fue terrible?
E 1: Yo extrañé a Buena Fe. No sé por qué no estaban ahí. Ese es un grupo que representa mucho a la juventud cubana actual.
E 2: Yo creo que también debieron haber reforzado lo que es la venta de comida y agua… eso faltó…
E 1: Y me disgustó también la cantidad de policías y de gente rara que había en el concierto…
TdA: ¿Gente rara?
E 1: Gente que no parecía que estuvieran allí por lo mismo que nosotros… pero bueno, ya eso es mi impresión…
E 5 (20 años, estudiante de 2do año de medicina, miembro de la UJC): Tú, que siempre te pones paranoide…
E 1: Si, quizás...
TdA: ¿Qué mensaje les transmitió el concierto?
E 3: Sí, eso fue otra cosa que me gustó. De pronto tu veías gente que te decía que tenía familiares en el extranjero, y se acordaba y se echaba a llorar. Creo que eso fue uno de los mensajes más importantes que nos podían dar… que la gente se abriera al hecho de que, quiéranlo o no, la sangre es la sangre.
Todos asintieron.
TdA: ¿Qué piensan hacer con ese mensaje?
Se encogieron de hombros…
E 1: ¿Qué podemos hacer, Ale? Para empezar estamos aquí, no allá. Supongo que por la parte que nos toca es un buen comienzo darse cuenta de que gente como tú, que vive allá, siente y padece igualito que nosotros aquí…
E 3: Sí, aunque no creo que la gente los vea mal tampoco… esa época ya pasó… ahora los que están allá son los que le salvan la vida a muchos de los que están aquí…
E 1: ¡Y si no que nos pregunten a nosotros!!
Risas.
E 6 (mujer, 64 años, maestra primaria retirada): Sí, pero también pueden verlo de otra manera… si de algo esto sirvió es para que ustedes no repitan lo que hicimos nosotros, de tirarles huevos a la gente cuando decía que se iba de Cuba porque estaba en contra del gobierno.
TdA: ¿Creen que algo sucederá después del concierto?
E 5: Eso es imposible de decir… es solo un concierto… el que era intolerante antes del concierto lo seguirá siendo después…
E 3: Pero a lo mejor alguien cambia, como cuando vino el Papa, fue importante para algunos esa visita y hubo a quien le cambió la vida…
E 1: Bueno, por lo menos hubo mucha gente para la que fue un día diferente, no?
Y así fue como habló mi “family”. Con ellos yo también digo que “la sangre es la sangre” aunque a algunos se les haya olvidado …  


Imagen inicial tomada de Internet y editada.

domingo, 20 de septiembre de 2009


Concierto de Juanes por la paz:
 es tiempo de cambiar,
 it’s time to change

“Muchos sienten Cuba como una isla encerrada en la que no entra aire.
 Ese aire tiene que entrar con la música. Entiendo que el dolor
del exilio es muy tenaz. No puede meterse uno a discutirlo.
 Créame que lo respetamos. Pero hay que hacer algo
con el futuro de la isla. Y si no somos nosotros vendrá
 alguien y lo hará. Mañana, pasado…”
Juanes en entrevista a “El País”.

Quisieron hacer Historia y la hicieron. Quisieron traer su música a un pueblo que sufre y lo hicieron a pesar de las amenazas, a pesar de los obstáculos, a pesar de los desacuerdos. Atrás, sin sentido, quedaron las largas discusiones entre todas las partes:  los que quisimos convertirnos en organizadores del evento y los que pedimos una oportunidad para ver lo que realmente sucedería. El concierto nos hizo, a todos, a los de dentro y a los de fuera, bailar, reír y llorar. 
La Habana despertó el domingo vestida de expectativas, de   preparaciones, de gentes que colaron su traguito de café matutino pensando en el espectáculo… estaban contentos; protagonizaban un día que no les dolería ni en el bolsillo, ni en el estómago, ni en el alma; disfrutaban de un pedacito del mundo que les llega de oídas y que yace más allá del aeropuerto internacional José Martí. No se enteraron, o al menos prefirieron no hablar, de que algunos queríamos que en el concierto por la paz se mencionara a aquellos que han sido castigados por pensar diferente y que se denunciaran estos 50 años que nos han privado, a todos,  de nuestra libertad en una inmensa cárcel en forma de archipiélago… pero no pudieron contener las lágrimas cuando Olga Tañón, con esa espontaneidad tan propia que ganó mi  corazón, le transmitió a Niurka, la hija de un exiliado cubano en Miami, los saludos de su papá “que hace 20 años que no te ve”, agregó. Convertía así en realidad las declaraciones de Juanes a la prensa a su llegada a la Habana. El autor de “A Dios le pido” dijo que su concierto iba a ser por la reconciliación, para que el dolor histórico que ha separado a la familia cubana se alivie, para que un día los artistas que viven en la isla puedan cantar ante los que viven fuera de ella y viceversa. Mencionó explícitamente a Willy Chirino, Gloria Estefan y Pancho Céspedes, tres símbolos de la cultura cubana en el exilio. “Es tiempo de cambiar; it’s time to change” – nos dijo a todos esta tarde. Pensé entonces que solo aquellos minutos ya habían hecho que el concierto valiera la pena y le dí  la bienvenida a Silvio Rodríguez y a algunos otros con una sonrisa: que le cantaran a las cosas en las que dicen creer… y ojalá, por el bien de sus conciencias, que de veras las crean.

Sé que los familiares de los presos políticos pidieron a Juanes que exigiera la inmediata e incondicional liberación de sus seres queridos. Tengo entendido que explícitamente no lo hizo. Sin embargo, dedicó una canción a todos los que se han visto privados de su libertad, especialmente en su natal Colombia. Personalmente pienso que comentarios más categóricos al respecto se hubieran visto mejor en labios de los artistas cubanos que se subieron junto a él a la tarima. 
Los gobernantes también tuvieron su pedacito de éxito. Controlaron debidamente a los opositores, llenaron las primeras filas de asistentes con los estudiantes, tengo la impresión, de la Escuela LatinoAmericana de Medicina. Los negociantes improvisados hicieron fluir el dinero y ayudaron a aliviar las condiciones climáticas y el hambre vendiendo refrigerios sin provocar mayores problemas. Las imágenes que viajaron por todo el mundo mostraron un pueblo sonriente y sano que cantaba canciones donde se hablaba de ideales, de libertad de muchos, de justicia y amores melancólicos. Canciones embriagadoras que hacen pensar en Cuba como en una isla de utopía. 
Al final, lo que más me ha gustado de la vorágine provocada por este suceso es que ha zarandeado a los cubanos en todas partes del mundo, a los representantes del poder, a la prensa y a la opinión pública internacionales. Le ha dado la oportunidad a los unos de defender las virtudes de la Revolución y a los otros de denunciarlas. Nadie ha podido quedarse al margen, todos hemos tenido que asumir una posición con respecto a la isla. Ese es el primer paso para el entendimiento necesario entre los de dentro y los de fuera, para que abandonemos contraposiciones obtusas y fanatismos pues en esa división hallan la victoria los políticos corruptos que esperan su turno a la sombra de los actuales gobernantes. Ojalá sea este el comienzo del diálogo que necesitamos sostener para hacer de la isla el hogar de todos y echar a los que la han convertido en casa de unos pocos y calvario de muchos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Panfilitis aguda


Por primera vez el gobierno se encargó de recibirme con alfombra roja: Pánfilo fue excarcelado. El chofer del auto que me llevó a la Habana así me lo hizo saber… después de haberme informado acerca de los preparativos del concierto de Juanes.
Los que organizaron la campaña Jama y Libertad y todos los que, de una forma u otra, hicieron que el caso de Pánfilo fuera internacionalmente conocido merecen una felicitación. Los que pensamos que escribiendo, que expresando nuestras opiniones abiertamente, ayudaremos a organizar a los cubanos, a promover la unidad y a facilitar un cambio en la isla, merecemos celebrar. Los que aún no confían en semejantes métodos deben repensarlo a la luz de las evidencias. No es la única forma, no será siquiera la más rápida pero es sin dudas necesaria.
Sin embargo, en medio de mi arenga no quiero pecar de ingenua. El enemigo es inteligente y aunque fue obligado a replegarse y liberar a Pánfilo, también dejó claro que el pobre hombre necesitaba pasar 21 días en un hospital psiquiátrico para ser tratado por alcoholismo, dato este que contribuye a desacreditarle a los ojos de la opinión internacional y, en consecuencia, a restarle importancia a su opinión. ¡Sólo espero que mientras los psiquiatras escogidos para tratarle se devanan los sesos intentado doblegarle, la panfilitis aguda de este cubano se extienda por todo el hospital!

martes, 15 de septiembre de 2009


Anticipación del retorno

Quiere Buena Fe que “sepan que
a los grandes de este pueblo,
les cuesta mucho
y desafiar ser emigrantes.”


Dentro de 2 días vuelo a Cuba. Pasare allí 18 días, ni uno más, ni uno menos (aunque como emigrante podría pasar 30, o 60 en circunstancias especiales, ni uno más, ni uno menos). Cada año, mientras se aproxima la fecha en la que visito la isla siento que mis fantasmas reaparecen. Me lleno de zozobras y comienzo a sufrir por lo que sé encontraré al llegar a pesar de que también sé que saldré ilesa del encuentro.
Primero será el avión. A mi alrededor habrán otros cubanos cargados de historias que contar, historias que casi se pueden adivinar por sus maneras y sus ropas. Allí estará la madre que llora al separarse de su hijo, quizás incluso de su nieto, hasta la próxima vez… que no saben cuando será; estará el que salió con permiso oficial y ahora regresa preguntándose cuándo le volverá a tocar la suerte de viajar y no faltará la jovencita que desespera por correr a los brazos de su amante cubano mientras despide al esposo, generalmente un hombre poco agraciado o envejecido, que le proporcionó con el matrimonio la salida del país. Allí estarán también las inmensas maletas que todos llevaremos cargando la “pacotilla”, innumerable cantidad de artículos de todo tipo y calidad que sabemos necesitan nuestros familiares y amigos. Somos, no cabe duda, una clase diferente de viajeros. Extranjeros, turistas en nuestra propia tierra, cada vuelo a la isla se llena de los resentimientos de familias separadas y de vidas que pudieron ser de otra manera.
Luego será el aeropuerto cubano. Los funcionarios de la aduana me mirarán con envidia disfrazada de desprecio. Cogerán mi pasaporte y lo hojearán una y otra vez, hasta puede que me hagan alguna pregunta capciosa: “¿Qué se comenta de Cuba en Francia?”, “¿Traes regalos?”, ¿En que trabajas allá?”. Mientras los extranjeros recién llegados –tal y como hago yo cuando llego a cualquier otro país de este mundo- entrarán a la isla como Pedro por su casa y recogerán sus maletas sin que nadie los moleste, yo tendré que llenar unas cuantas planillas para luego llevar mi equipaje a que otros funcionarios de aduanas, igualmente cargados de envidia y desprecio, lo pesen. Ellos serán muy cuidadosos, se tomarán su tiempo, mirarán la báscula una y otra vez, llenarán más planillas, manosearán cada uno de mis bultos hasta que estén bien seguros de su peso. Tendré que pagar 10 CUC (equivalentes a aproximadamente 8 euros, dependiendo de la tasa de cambio que el gobierno haya impuesto ese día) por cada kilo que lleve por encima de los 25 reglamentados.
Finalmente saldré del aeropuerto para enfrentarme al calor, al vocerío, a los que intentarán alquilarme una habitación o un auto. Como casi siempre llego por Varadero, mi familia, que es de la Habana y no tiene un medio de transporte propio, no me estará esperando. Cogeré mis maletas y buscaré una forma de llegar a la capital sin ofender excesivamente mi bolsillo.
Sé que me encontraré las calles, que antaño eran mis calles, pobladas por las mismas gentes -¿o son otras gentes con las mismas caras?- que hablarán sobre los mismos tópicos. Entonces, apreciaré los edificios en ruinas como el único indicio de que el tiempo ha pasado por mi país.
Llegaré a mi casa, la que me vió nacer, donde sí me estarán esperando vestidos de fiesta, de re-unión, del deseo de saber cómo son otras tierras, de novedad y movimiento y durante 18 días se nos olvidará el calor y las miserias para disfrutar de un pedacito de felicidad.

domingo, 13 de septiembre de 2009




Tres historias
o
Las vicisitudes de un profesional en Cuba


Antes de proseguir con el tercer y último relato sobre las vicisitudes de un profesional en Cuba, quisiera dejarles algunas de mis propias reflexiones sobre otro reciente suceso acaecido en la isla. Me refiero a la muerte del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. Ante todo quisiera expresar mis condolencias sinceras a sus familiares y amigos. El rostro de la muerte es siempre feo y para adornarlo un poquito prefiero quedarme con las cosas buenas a las que Juan Almeida contribuyó en la historia de Cuba y dejar para otro momento su contribución a las malas.
También quisiera llamar la atención sobre el hecho de que, si no ya nosotros mismos, la Parca más temprano que tarde le pedirá cuentas a los actuales miembros del poder. Cuando eso suceda, nuestra sociedad, nuestros jóvenes, intelectuales, campesinos, obreros... todos tenemos que estar preparados para hacernos oír. No podemos hacer lo que hicimos cuando Fidel enfermó, no podemos pacientemente esperar a que alguien, quién sabe quien, nos informe lo que se hará, quién tomará el poder, quien dictará nuestros destinos: tenemos que gritar a una sola voz y escoger a nuestros propios líderes. Cualquier otra actitud sería una traición a nosotros mismos y a nuestra historia.
Y para todos aquellos que han obligado a otros a abandonar su país con su régimen de oprobio y, sobre todo, para los que se vieron obligados a abandonarle pero nunca dejaron de llevarle en su corazón, aquí va “La última palabra”.

Historia 3

La última palabra

En su lecho de muerte, delirante, Pascual murmura palabras que nadie logra entender. A su lado se mantienen día y noche su esposa y sus dos hijos como si quisieran con su presencia espantar a la Muerte que le ronda... pero a pesar de ellos, Pascual se siente solo.
Lleva 40 años en Suecia, es rubio, sus ojos son azules, habla sueco casi sin acento, se ha leído todas las obras de Pär Fabien Lagerkvist, le gusta escuchar a ABBA, su esposa y su hijo son suecos y rubios... no obstante siempre se ha sentido solo. Salió de Cuba hace 40 años porque ya no podía más. No podía continuar subyugando su inusual inteligencia a la realización de proyectos estériles que eran priorizados solo porque alguien en instancias superiores los consideraba una “tarea de choque” o un “interés primordial de la Revolución”. No podía continuar aceptando con una sumisa sonrisa las decisiones erradas que en materia de política y economía se ponían en práctica a su alrededor. No podía continuar luchando con aquel monstruo totalitario que supeditaba la ciencia, la individualidad y la libertad personal al sueño de un hombre soberbio que se aferraba al poder y los sometía a todos. No le dejaban pensar por sí mismo y él... él, si dejaba morir su pensamiento también dejaba morir su humanidad. Se montó en el avión sabiendo que no volvería. Sus padres también lo sabían y sus amigos y su novia de siempre aunque nadie habló de ello, todos rieron como reían ahora sus hijos sin hablar de la Muerte.
En Suecia triunfó pronto... era demasiado inteligente. Durante los primeros años se convenció a sí mismo de que allí tenía todo lo que necesitaba en la vida. Luego murieron sus padres y los lloró solo, desde la distancia y la oscuridad de su biblioteca. Con los años perdió el rastro de los amigos, olvidó el nombre de la novia de siempre, el sabor de un mango, el ruido de las olas que rompen en el Malecón.
Pascual delira y susurra palabras que nadie logra entender.
- Cuba... – le dijo la mujer a sus hijos - lo que está susurrando es Cuba. Pascual murió solo, rodeado de su esposa e hijos suecos.

Nota: Gracias a Yoani Sanchez, de Generación Y, por hacer público el video que les presento al inicio de la página y que le viene como anillo al dedo a mis comentarios de hoy.

viernes, 11 de septiembre de 2009


Noticias recientes sobre Cuba:
más licencias para taxis y arrestos de blogueros

Mientras la blogósfera está ocupada con el concurso “Una isla virtual” y la campaña “Jama y libertad” para la excarcelación de Pánfilo ¿De qué se ocupa la gente en la isla, la gente que no tiene acceso a internet? Y… ¿de qué se ocupan los cuerpos represivos del gobierno?
Quisiera contestar a la primera pregunta mientras comento una noticia que fue publicada en la página “Belleville News-Democrat Homepage” hace una hora y 44 minutos. Quiero aclarar que no me hago eco de ninguno de los artículos publicados en dicha página y mucho menos de las ideologías o tendencias políticas que puedan defender sus columnistas. Lo que importa es que, en mi opinión, esta noticia en particular refleja muy bien lo que pudiera ahora mismo estar haciendo o pensando el cubano de a pie.
El artículo explica que el gobierno de Raúl Castro ha decidido otorgar nuevas licencias a los dueños de auto para que ejerzan como taxistas independientes. El periodista Paul Haven, de una manera sencilla, relata las opiniones de los que esperan en línea para aplicar por una de dichas licencias. Allí estaban el anciano retirado que se ve obligado a buscarse un ‘trabajito’ ya que su pensión no le alcanza para satisfacer las necesidad suyas y de su familia. Estaban también el obrero y el ingeniero hidráulico que piensan compartir su tiempo entre trabajar como taxistas y sus escasamente remunerados empleos de tiempo completo. Resulta triste ver que ni el pensionado, ni el obrero, ni tan siquiera el profesional, o sea, ningún miembro de la clase trabajadora en Cuba, sea cual sea su profesión, logra cubrir sus necesidades con el salario que el estado les entrega a cambio de su sudor. Por ello no es de extrañar que otro de los entrevistados comentara que esta era – y traduzco directamente del inglés – “una de las mejores medidas que el estado haya tomado nunca”. Y al llegar a esa línea me pregunté ¿cómo es posible que piensen que semejante medida sea la mejor que el estado haya tomado nunca? ¿Cómo es posible que estén ahí, alineados, esperando obedientes a llenar sus aplicaciones para luego irse a sus casas a seguir esperando hasta que les sea otorgada una licencia que les permitirá malvivir un poquito mejor? ¿Cómo es posible que no estemos gritándole a ese estado que no queremos sus medidas a medias sino que le exigimos nuestra libertad? El cubano promedio no tiene acceso a la información, no sabe como luce el mundo al otro lado del mar, vive censurado, amenazado, confundido por unos medios de difusión que le han estado manipulando durante los últimos 50 años. Es un cubano que se debate entre las migajas que de vez en vez le dejan caer desde la mesa del poder y las pocas alternativas que cree verle al gobierno actual. Como le oí decir a alguien una vez: “Pero ¿qué podemos a hacer?”. Y es esa desesperanza, esa pérdida del camino la que nos ha llevado también a perder los valores, a olvidarnos de nuestros derechos, de que Martí y Maceo y Abel Santamaría y Mariana Grajales nos enseñaron que era mejor morir de hambre luchando por nuestra libertad que vivir, incluso en excelentes condiciones, bajo el yugo.
Y para que la gente siga pensando que nada se pueda hacer y los que piensan que sí pueden hacer dejen de pensarlo, los cuerpos represivos del gobierno han comenzado una nueva cacería de brujas. Paseando por el excelente blog de una compatriota, Desarraigos Provocados (http://desarraigos.blogspot.com/), me acabo de enterar que Yosvani Anzardo Hernández, quien dirige desde su casa la publicación independiente Candonga, ha sido detenido por violar la Ley 88, conocida como Ley Mordaza. Adicionalmente, el principal colaborador de la Red Libertad dirigida por Anzardo, Johnny Jaime Ruis Carballosa, también fue arrestado mientras el periodista Luis Felipe Rojas Rosabal, de Cubaencuentro (http://www.cubaencuentro.com) fue detenido durante 4 horas por participar en la Junta Directiva Democrática Oriental. Como con Pánfilo, una vez más el gobierno nos habla de su miedo al ejercer su ficticia omnipotencia. Es el miedo de los poderosos, de los abusadores, de los que no quieren que alcemos nuestras voces.
Y por todos nosotros, los CUBANOS, especialmente por los que hoy sufren tras las rejas, quisiera llamar a los que sí acceden a la información dentro o fuera de la isla, a no desmayar. Nuestra tarea ahora es informarle a ese que pacientemente hace una cola, al que se levanta cada mañana sin saber qué hacer, decirle a nuestra gente, explicarles con la mente y el corazón, que otra realidad es posible. ¡Tenemos el compromiso con nuestros hermanos de alumbrarles, entre todos, el camino!

jueves, 10 de septiembre de 2009


Tres historias
o
Las vicisitudes de un profesional en Cuba

El Trabuco de Alejandra felicita especialmente a los ganadores - y en general a todos los participantes - del concurso “Una Isla Virtual”: ¡gracias por alzar la voz por aquellos a quienes se les ha quitado el derecho a hablar!
Y ahora sí, aquí les dejo la segunda historia sobre las vicisitudes de un profesional en Cuba.

Historia 2:

Requiem por los dioses sordos

Calle 23 abajo iban Isabel y su madre con una mochila llena de ropas, unas cuantas jabas y la tristeza de regresar a la casa materna soltera y embarazada. Ninguna de las dos se ocupaban de las miradas de lástima que les dedicaban los que pasaban por su lado: estaban demasiado ocupadas preguntándose dónde acomodarían al niño que en cinco meses Isabel traería al mundo y cómo le alimentarían. El salario que Isabel recibía como arquitecta se elevaba a aproximadamente 400 pesos cubanos con los cuales no podía ni pensar en alimentarlo, vestirlo, comprarle juguetes, sacarlo a pasear. ¿Qué hacer?
Al llegar a la casa que la vió nacer Isabel se enfrentó nuevamente a la estantería de madera que unos 6 años antes su padre le construyera para que ella acomodara sus libros de arquitectura. Allí estaban todavía, derechos, limpios, organizados como dioses que la miraban desde un altar. Dioses que le habían hablado de sueños, aspiraciones, de hermosos edificios capaces de desafiar al tiempo. Dioses que le habían prometido ayudarla a poner un plato de comida en la mesa y que ahora callaban.
Al día siguiente le tocó hacer visitas de terreno. Debía verificar las condiciones de varios hogares. Sus informes servirían para que las oficinas de la vivienda autorizaran – o no - los cambios que los propietarios de esos hogares querían realizar en ellos. En la tercera casa que le tocó visitar habitaban una pareja de ancianos con su hijo y la esposa de este. La joven, original de Guantánamo, no podía beneficiarse de los suplementos de leche y carne que el gobierno, por estar embarazada, le enviaba a la bodega ya que no estaba inscrita en el registro de direcciones de su actual hogar. Su esposo había hecho la solicitud pero, para que fuera aprobada, un arquitecto debía constatar que la casa tenía la cantidad de metros cuadrados establecidos por la ley para albergar 4 ocupantes, en el futuro 5. Obviamente, no los tenía.
El joven miró desesperado a su padre cuando Isabel así se lo comunicó. Si no podían comprar en la bodega aquellos alimentos que tanto su esposa necesitaba ¿cómo los conseguiría? El no podía ni pensar en pagarlos en el mercado negro. Silenciosamente, el padre se retiró detrás de una cortina que daba acceso a su cuarto, improvisado en medio de lo que debía ser la sala. Al reaparecer le extendió una mano a Isabel con disimulo: contenía 10 pesos en moneda libremente convertible. Por su mirada, Isabel comprendió que aquello era posiblemente más de la mitad de todo el dinero que tenían.
- ¿No pudiéramos llegar a algún tipo de acuerdo? – le susurró el hombre.
Isabel calló y pensó en sus libros... también pensó en su hijo. Tomó el billete y comprendió que iba a estar allí para todo aquel que quisiera agilizar un trámite, adulterar una fecha, pasar por alto la falta de un documento vital. Sabía que a partir de ese momento le parecería que la gente en la calle la miraba solo a ella, que el policía que le sonreía desde la otra acera la vigilaba, que su colega estaba esperando el más mínimo desliz para denunciarla. Sabía que podía perder el título o, incluso, ir a la cárcel.
Esa noche guardó sus libros en una caja para que no la miraran, para que no le recordaran... al fin y al cabo no eran ellos, cargados de promesas, los que le habían permitido alimentar a su bebé.

martes, 8 de septiembre de 2009

Jama

En mi entrada anterior anuncié la publicación de tres historias acerca de las penurias a las que se enfrentan los profesionales en Cuba. Me veo obligada a interrumpir esta serie para exponer mis ideas acerca de tópicos más urgentes. Como muchos habrán ya adivinado por el título de esta entrada, me refiero al caso de Juan Carlos González Marcos, más conocido como Pánfilo.
Debo confesar que si no fuera porque conozco la tragedia asociada a las afirmaciones de Pánfilo, todavía me estuviera riendo de la espontaneidad, la gracia y el pasmoso nivel de síntesis con que este cubano de a pie expresó su opinión delante de una cámara. Se me antoja Pánfilo como el personaje del negrito catedrático del teatro vernáculo cubano o, yendo un poco más lejos; como Alonso Quijano, el Don Quijote de Cervantes o la Locura, de Erasmo de Rótterdam. Todos esos caracteres han abordado temas controvertidos de la sociedad en la que han vivido amparados en un supuesto estado alterado de conciencia, ya sea locura, tontería o borrachera. De esta manera han contribuido a dinamizar las tensiones políticas y a despertar la conciencia de las masas. Sin embargo, en el caso de Pánfilo, los poderosos que debieron haber reído su chiste lo han encontrado ofensivo y le han castigado sin misericordia. ¿Por qué? ¿No hubiera sido más inteligente dejar pasar la gracia, tacharla de una estupidez salida de los labios de un borracho, un sin sentido que solo puede causar risa? ¿No hubiera dicha reacción evidenciado cuán sabios y magnánimos son, cuán confiados se sienten? Pareciera que el gobierno cubano ni es tan sabio, ni tan magnánimo y, lo más interesante, ya no se siente tan confiado. Puede aceptar el debate controlado, porque sabe que se dirá lo que él quiere que se diga; puede aceptar el chiste que se hace en un teatro a puertas cerradas pero no puede soportar la declaración espontánea, venida de donde menos se le espera: no podría soportar la voz de los 12 millones de Pánfilos anónimos que caminan por Cuba. Se le teme a su expresión incontrolada, imprevisible, demoledora de tan simple. ¿Se imaginan ustedes lo que pasaría si lo hiciéramos, si, de pronto, como Pánfilo, todos comenzáramos a gritar que queremos “jama”? Por eso, por lo que pudiera pasar si lo hiciéramos, es que Pánfilo está preso.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Tres historias
o
Las vicisitudes de un profesional en Cuba

“Estudia para que llegues a ser alguien”. Cualquier padre se ha sorprendido alguna vez susurrando esa frase al oído de su hijo. Estudiar, tener una carrera universitaria, una profesión es considerado en la mayoría de las sociedades un logro de los más importantes. Sin embargo, durante los años de la Revolución ser un profesional se ha convertido en un lastre, más que en una virtud. Las próximas tres entradas intentarán ilustrar este hecho. Relataré tres historias creadas a partir de mis propias vivencias o de las vivencias de otros que han tenido a bien compartir sus angustias conmigo.

Historia 1:
El primer día del resto de una vida

Carla se había graduado con sello de oro y, como joven promesa de la medicina, le había sido asignada una ventajosa plaza en el Centro Internacional de Restauración Neurológica. Era esta una institución prestigiosa donde la asistencia clínica se combinaba con la investigación para atender a pacientes aquejados de Parkinson, epilepsia, enfermedades cerebrovasculares, tumores etc. así que Carla andaba sus pasillos con orgullo, segura de que allí, junto a sus colegas, sería capaz de arrancarle sus secretos a la mente humana. Trabajaba con denuedo, no importaba si era fin de semana, si afuera el sol invitaba a la playa o si el salario que recibía, incluyendo las prebendas que se le otorgaban por trabajar en una institución que atendía mayoritariamente a pacientes extranjeros, le alcanzaba escasamente para comer ella y su madre o para comprarse un par de zapatos que realzara su figura.
Con la ayuda del Dr. Vázquez, uno de los neurólogos que formaban parte de su equipo, se puso en contacto con el jefe del departamento de Neurología del Hospital Universitario de Santander quien accedió a acogerla durante tres meses para enseñarle como trataban allí a los pacientes neurológicos. Tanto Carla como el Dr. Vázquez consideraban imprescindible conocer de primera mano los nuevos procedimientos que se estaban poniendo en práctica en Europa, compararlos a los que ellos utilizaban, sacarles provecho ... y quien mejor para ello que una joven del talento y la dedicación de Carla.
Decidió llevarle al director de la institución la carta donde le era oficialmente comunicada la invitación. Gracias a las explicaciones de algunos de sus colegas que ya habían estado en situación similar, sabía que ese era el primer paso para solicitar el permiso de viaje al exterior. Luego se comenzaría a elaborar un expediente con el visto bueno de la Unión de Jóvenes Comunistas, de su jefe inmediato y del Consejo Científico del hospital. El ministro de Salud Pública lo analizaría y sería quien dijera la última palabra: “viajarás o no viajarás” como un emperador quien, al apuntar su pulgar hacia arriba o hacia abajo, decidiera la vida o la muerte de los gladiadores. Pero aquel expediente, que portaría su ilusión y su suerte, nunca llegó a elaborarse:
- Tú eres muy joven, no sabemos nada de ti, de tu lealtad a nuestros principios revolucionarios... ¡Tu no estás aquí para viajar! – le dijo el director, simplemente.
Ese día Carla regresó a casa avergonzada, desorientada, con el sueño roto aún entre las manos. Supuestamente ella era demasiado joven para aspirar al conocimiento, para soñar, aún no estaba probada... No se quiso preguntar si cuando dejara de ser joven y hubiera demostrado su lealtad al régimen no sería también demasiado vieja para viajar y aprender. Comprendió entonces que algún día la familia, los amigos, las playas, las frutas, todo lo que era quedaría atrás, tendría que cambiarlos por la Torre Eiffel, Versalles, la ciencia... el mundo...todo lo que quería ser... y hubiera podido ser en su isla.

sábado, 5 de septiembre de 2009

El Trabuco de Alejandra

¿Por qué escribo? Sencillamente, porque me gusta. Porque cuando logro hilvanar unas cuantas palabras y encerrar en ellas lo que minutos antes solo existía en la profundidad de mis neuronas, siento que he creado y, al crear, he trascendido. Mi existencia se llena entonces de sentido.
¿Por qué Cuba será el tema principal de este blog, aunque ciertamente no el único? Porque soy cubana. Nací y crecí en la perla del Caribe y aprendí a amarla una vez que me fui de ella... ¿Amar? No puedo definir con certeza mis sentimientos hacia mi país, no sé si es amor o desamor. No me gusta el calor, la vulgaridad y la resignación que parecen apoderarse de las gentes, no pudiera decir con certeza que regresaría para vivir en Cuba definitivamente si se diera la oportunidad y, sin embargo, no puedo dejar de enorgullecerme de la entereza de los héroes de hoy y de antaño, no puedo dejar de leer a Martí pensando en mi padre, no puedo dejar de moverme cuando repican los tambores, no puedo dejar de sufrir por lo que estamos siendo y sobre todo no puedo dejar de preocuparme por lo que seremos. Y ahí surge entonces la necesidad de escribir sobre Cuba y de denunciar a los que le han convertido en una imitación mediocre de lo que está destinada a ser.
En los últimos tiempos, los blogs han demostrado su eficacia para transmitir un mensaje y, a pesar de todas las dificultades y riesgos, han comenzado a proliferar también en la isla. “Generación Y”, “Octavo Cerco” etc. han logrado abrir agujeros en los muros erigidos durante más de 50 años de Revolución y los de afuera comienzan a apreciar mejor lo que realmente sucede dentro. Como en la unión está la fuerza, he decidido unir mi voz a la de ellos y ofrecer también mi visión, contar mi pedacito de historia... ojalá dentro de poco, entre todos, logremos que las cosas comiencen a cambiar.