martes, 15 de septiembre de 2009


Anticipación del retorno

Quiere Buena Fe que “sepan que
a los grandes de este pueblo,
les cuesta mucho
y desafiar ser emigrantes.”


Dentro de 2 días vuelo a Cuba. Pasare allí 18 días, ni uno más, ni uno menos (aunque como emigrante podría pasar 30, o 60 en circunstancias especiales, ni uno más, ni uno menos). Cada año, mientras se aproxima la fecha en la que visito la isla siento que mis fantasmas reaparecen. Me lleno de zozobras y comienzo a sufrir por lo que sé encontraré al llegar a pesar de que también sé que saldré ilesa del encuentro.
Primero será el avión. A mi alrededor habrán otros cubanos cargados de historias que contar, historias que casi se pueden adivinar por sus maneras y sus ropas. Allí estará la madre que llora al separarse de su hijo, quizás incluso de su nieto, hasta la próxima vez… que no saben cuando será; estará el que salió con permiso oficial y ahora regresa preguntándose cuándo le volverá a tocar la suerte de viajar y no faltará la jovencita que desespera por correr a los brazos de su amante cubano mientras despide al esposo, generalmente un hombre poco agraciado o envejecido, que le proporcionó con el matrimonio la salida del país. Allí estarán también las inmensas maletas que todos llevaremos cargando la “pacotilla”, innumerable cantidad de artículos de todo tipo y calidad que sabemos necesitan nuestros familiares y amigos. Somos, no cabe duda, una clase diferente de viajeros. Extranjeros, turistas en nuestra propia tierra, cada vuelo a la isla se llena de los resentimientos de familias separadas y de vidas que pudieron ser de otra manera.
Luego será el aeropuerto cubano. Los funcionarios de la aduana me mirarán con envidia disfrazada de desprecio. Cogerán mi pasaporte y lo hojearán una y otra vez, hasta puede que me hagan alguna pregunta capciosa: “¿Qué se comenta de Cuba en Francia?”, “¿Traes regalos?”, ¿En que trabajas allá?”. Mientras los extranjeros recién llegados –tal y como hago yo cuando llego a cualquier otro país de este mundo- entrarán a la isla como Pedro por su casa y recogerán sus maletas sin que nadie los moleste, yo tendré que llenar unas cuantas planillas para luego llevar mi equipaje a que otros funcionarios de aduanas, igualmente cargados de envidia y desprecio, lo pesen. Ellos serán muy cuidadosos, se tomarán su tiempo, mirarán la báscula una y otra vez, llenarán más planillas, manosearán cada uno de mis bultos hasta que estén bien seguros de su peso. Tendré que pagar 10 CUC (equivalentes a aproximadamente 8 euros, dependiendo de la tasa de cambio que el gobierno haya impuesto ese día) por cada kilo que lleve por encima de los 25 reglamentados.
Finalmente saldré del aeropuerto para enfrentarme al calor, al vocerío, a los que intentarán alquilarme una habitación o un auto. Como casi siempre llego por Varadero, mi familia, que es de la Habana y no tiene un medio de transporte propio, no me estará esperando. Cogeré mis maletas y buscaré una forma de llegar a la capital sin ofender excesivamente mi bolsillo.
Sé que me encontraré las calles, que antaño eran mis calles, pobladas por las mismas gentes -¿o son otras gentes con las mismas caras?- que hablarán sobre los mismos tópicos. Entonces, apreciaré los edificios en ruinas como el único indicio de que el tiempo ha pasado por mi país.
Llegaré a mi casa, la que me vió nacer, donde sí me estarán esperando vestidos de fiesta, de re-unión, del deseo de saber cómo son otras tierras, de novedad y movimiento y durante 18 días se nos olvidará el calor y las miserias para disfrutar de un pedacito de felicidad.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

En agosto hicieron 24 años que salí de Cuba y no he vuelto más.
¿Vives en Francia? Yo nací allá pero no la recuerdo ni hablo francés. ¡Qué raro! Y digo siempre que soy cubana porque es Cuba la tierra que está desde mis primeros recuerdos.

SAUCEDO MIAMI dijo...

Yo llevo 30 sin ir y cada vez son menos los deseos.Mi hermano fue dos años seguidos y se retiró del asunto.

Unknown dijo...

Me gusto mucho este escrito.
Me acabas de sacar las lágrimas.
Hace mucho tiempo que me fuí de Cuba, ahora vivo en Europa.
Saludos para todos los cubanos en todas partes del mundo.

aserecubano dijo...

Que tengas un feliz viaje y dale recuerdos al picadillo de soya y a la limonada que fueron mis compañeros durante años.

Anónimo dijo...

Yo me fui hace casi 30 años, cuando se enteraron en el barrio nos hicieron un acto de repudio por todo el reparto (Alamar). Nos siguieron desde el paradero de Alamar hasta la via Blanca diciendonos un monton de cosas hasta que nuestra familia se disperso y cada cual encontro la manera de irse y dejara atras a los que nos seguian (unos en guagua otros en taxi) A mi mama que era mayor casi hasta le pegan. Mas nunca he vuelto y aunque recuerdo sitios que me gustaria visitar otra vez, me acuerdo de todo lo que nos hicieron muerto de hambres igual que nosotros y digo,que se queden con su isla>
Aljeti

Publicar un comentario