Con estas palabras recuerdan los checos sus años bajo la sombra de la Revolución de Octubre: “El memorial a las víctimas del comunismo es dedicada a las víctimas, no solo aquellas que fueron encarceladas o ejecutadas sino también aquellas cuyas vidas fueron arruinadas por el totalitarismo despótico.”
El Parlamento europeo se promulgó el pasado Jueves en contra del gobierno cubano por haber permitido la muerte de Orlando Zapata Tamayo, quien se encontraba en huelga de hambre. También pidió la liberación inmediata de los restantes prisioneros políticos y le exigió a Catherine Ashton, quien se encuentra a cargo de asuntos extranjeros y de seguridad, que presionara para que se produjera una transición pacífica hacia la democracia pluripartidista en la isla.
La reacción del gobierno cubano no se hizo esperar. Esgrimiendo los mismos argumentos manipulativos de siempre (las bajas tazas de mortalidad infantil en la isla, los logros en materia de salud, la ayuda desinteresada que los médicos cubanos brindan a distintos países del tercer mundo) dijo que no se dejaría presionar y que no liberaría a los prisioneros políticos. Ante esta posición asesina y arrogante no puedo más que coincidir con Jerzy Buzek, el presidente de la Asamblea europea cuando dijo que: “No podemos permitir otra muerte en Cuba. Pedimos la liberación inmediata de los prisioneros políticos. Necesitamos acción, el gobierno cubano tiene que respetar las libertades fundamentales, especialmente la libertad de expresión y asociación política. La libertad de movimiento tiene que ser también respetada.”
Ciertamente no nos podemos permitir más muertes en Cuba, ni las muertes reales de los valientes que hoy se encuentran en huelga de hambre ni las muertes simbólicas de esos millones de cubanos que durante 50 años han visto sus vidas pasar frente a sus ojos mientras ellos son obligados a vivir un sueño que no es el suyo, una mentira que no se inventaron.